MI QUERIDA ROSA.
Desde el Edén,en un florido pensil, bajo la luz de un divino Sol y sobre una aterciopelada y rica tierra andina en lontananza, entre flores y olivas verdes, mis pasos llegan hasta una ROSA.
Tal belleza, mis dedos abrazan su tallo espinoso hasta que llagan, soportando en silencio el manso arduo y sanguino martirio.
ROSA, sé para mí, con tus pétalos húmedos de fresco rocío que enarbolan sus fragancias y exhalan, misteriosamente, el cautivador perfume con el intenso aroma de madre y tierna mujer.
Entrelaza y cubre con tus hojas mis manos, acaricialas con cariño, arrópalas con tu gracia, como si fueran las de tu niño preferido.
Sé tú, bello encanto, mi símbolo virgen de eterna confianza y protección, abrigo de mi intimidad y guía de mis pasos.
ROSA de mis arrobos, eres también la aurora de mis sueños, el resplandor de mi ingenío y la ausencia de mis temores.
Con orgullo camina conmigo sobre mi pecho o en mi solapa y absorbe cada lágrima de mi sudor, como prueba del sacrificio fervoroso hacia tí, a la vez que invades mi espíritu con exceso mimo y purificas mi alma.
Linda, ¿Cómo te puedo imaginar?, hacia tu interior, mi mirada se adentra, mi mente concibe un deseo, mi corazón te lo confía, cierro los ojos e inspiro así tus efluvios edulcorados, colmados de rebosantes mercedes.
Mi querida ROSA, enciende con destellos tus inflamados pétalos de purpúreo fulgor y regálale a mi mano para siempre, de este jardín, de tu rosal, la ramita que quiero con sus sufridas espinas y su hermosa flor celestial.
Ahora abro los ojos y siento algo, como la fuerza de un volcán que fluye por mis venas, arrojando al exterior una estrella de luz y alegría, evocando también una ola de amor y un deseo fervoroso de perpetua y continua esperanza.
Juan Carlos Durá Sempere - 7 de Julio 2.002
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